Jugando a las casitas

Por Tomás Pérez Vallejo

De un tiempo a esta parte oímos casi a diario que hay que reformar la Constitución. Uno de los que están de acuerdo con tal opción es Julio Anguita, que opina, como promotor del método socrático, primero cumplir la ya existente, una vez cumplida, llegar a la conclusión de que tiene carencias, y una vez halladas modificar aquello que no sea válido. Sólo en este punto estoy totalmente de acuerdo con el “Califa rojo”: Primero hemos de saber qué tenemos entre las manos para poder mejorarlo. El problema está en que los representantes políticos no lo saben, o más bien no les interesa saberlo. 

Con sólo abrir la Carta Magna por el Título preliminar, en el punto 2 del Artículo 1, podemos leer: “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.” En las cortes regionales catalanas se ha escenificado mejor que nunca que la Constitución está escrita sobre papel mojado. 

El gobierno de Mas se ha internado en una vorágine por la construcción de una soberanía catalana subvencionada, y a la voz de "maricón el último" (con perdón), se dan con los talones en la espalda por demostrar quién es más separatista. Con estas estamos, y por el momento ya se ha aprobado una solicitud para pedir al Congreso algo tan inconstitucional como la competencia para convocar la manida consulta de marras, desde luego sin contar con la voz de todos los españoles como sujeto fetén de la soberanía. Y con esto, ponen el primer ladrillo para construir su ansiado Estat Catalá. 

Pero no sólo son los nacionalistas centrífugos, sino también los centrípetos, como el extremeño Monago, los que le enmiendan la plana al Gobierno desde su trono regional. Desde el grupo Popular en Extremadura, se registró una iniciativa crítica con la ley que el Gobierno ha propuesto sobre el aborto. Aquí no me voy a pronunciar sobre una ley que trata de regular la eliminación física, por causas básicamente sociales, de una persona única e irrepetible, ya que es un tema arduo y tratado la mayoría de las veces mezquinamente, o con miras bastante cortas y posiciones muy cómodas. 

Lo que quiero señalar con la actuación del presidente extremeño, es que se pasa el orden de las cosas por su santa vanidad, por ello no quiere esperar al debate de dicha ley el día que se presente ante el Congreso, sede de la supuesta soberanía nacional. 

Aquí cada cual es dueño de su feudo, hace su paternalista mensaje navideño de Liliput, juega a las casitas regionales y si no les convienen aplican las reglas "no tajunto". En eso se ha convertido la España de las autonomías, en la que se quiere cambiar la Constitución sin haberla llegado a cumplir, esta España en que las regiones mandan más que la Nación. Ante este estado de cosas, los políticos de partidos “nacionales” no han utilizado la legitimidad que tienen para cambiar esta tendencia, meten el cuello en la tierra y a esperar a que pase el problema, o bien acaban remedando la pose nacionalista, o bien se tragan lo de que los habitantes de una región tienen derecho a decidir sobre ella, y demandan febrilmente una consulta para votar no. 

También existe la posición farfolla de los patriotas constitucionales como PP, UPyD, Ciutadans o DENAES, más de lo mismo. Me gustaría que me explicaran el concepto, ¿la gallina o el huevo? Antes de que haya Constitución debe haber Nación, sin ella no hay sujeto de derecho. 

Por otro lado, si mañana resulta que se reforma la Constitución y en ella se define a España como los territorios exclusivamente de Ceuta y Ávila, imagino que esos patriotas constitucionales tendrían que cambiar al albur de la ley. 

Por ello, ante el incumplimiento flagrante de la ley, ante Constituciones pasadas, actuales y venideras, algo que debemos tener claro los patriotas sin ambages es que España no se decide, España es.