jueves, 16 de enero de 2014

Claro y sencillo: ¿Regeneración política?

Un artículo de David Guerrero González publicado en El Contemporáneo

Desde hace algún tiempo nos hemos acostumbrado a pedir la regeneración política en nuestra Patria, cosa que hacemos de forma autómata y sin profundizar en las verdaderas causas de la degradación que sufrimos ni en sus posibles soluciones.
 
Para empezar hay que decir que proponer una regeneración política sin proponer antes una regeneración del tejido social español es harto complicado, pues estimo que, al menos, proponer una sin fomentar la otra es un sin sentido.
Asistimos desde hace décadas a un proceso degenerativo de la cultura española, y como consecuencia, de las apetencias culturales de los españoles. Echamos en falta la voz de intelectuales que no solo escriban y conferencien, sino que realmente den un paso al frente y marquen nuevas líneas de pensamiento que envuelvan al pueblo en el deseo de un mañana mejor. Muchos pensaréis que soy un catastrofista en este sentido, pero basta observar como se han convertido en “best sellers” las obras de una tal Belén Esteban o un tal Jorge Javier Vázquez.
En el aspecto social la cosa no mejora mucho, más bien al contrario. Después de años de destrucción de nuestros valores observamos con tristeza como nuestro pueblo ha asimilado una forma de vida que dista mucho de ser digna, aunque nos creamos felices por estar hipotecados de por vida y esclavizados por el capitalismo.
En el tema moral ya es para morirse, nunca mejor dicho. Vivimos y padecemos una sociedad que ha aceptado mayoritariamente el exterminio del ser humano más débil e indefenso: el niño concebido pero no nacido. Es este, junto a la defensa de la familia, un tema que para muchos debe ser subordinado al bienestar económico, pero nada más lejos de la realidad. Si el principal derecho del ser humano, que es el derecho a vivir, es pisoteado, ¿Cómo podemos pensar en defender la dignidad humana en otras vertientes?
Y por último el sector económico, en el que hemos comprobado con tristeza como se ha desmantelado tanto el sector primario como el tejido industrial bajo los mandatos de la Europa de los mercaderes y bajo la cobardía y el servilismo interesado de los gobiernos que en nuestro país se han alternado en el poder. Todo ello para hacernos dependientes de intereses foráneos sin importar nuestra miseria.
Es doloroso comprobar como, a pesar del daño sufrido, las encuestas siguen proclamando una mayoría sociológicamente entregada a esos conceptos decimonónicos y trasnochados de “izquierdas” y “derechas”, ilusoria división que solo interesa a los que quieren seguir viviendo a costa del desastre.
Pese a todo lo anteriormente expuesto no podemos caer en el hastío o en la pasividad. Debemos ser, o al menos intentarlo, llamas que alumbren en la oscuridad y brújulas que indiquen el camino en esta travesía del desierto. No basta quejarse, hay que actuar, y hay que actuar cada uno en su trinchera, en su ámbito más cercano, proclamando y defendiendo los valores que hicieron grande a España y promoviendo la cultura del encuentro y la solidaridad frente al poder que esclaviza. Si empezamos por esto, estaremos dando la primeros pasos en el sentido correcto para que, como consecuencia lógica, la política halle su verdadero sentido de servir al bien común.

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