De Luiz Gómez
¿Quién no ha
escuchado de sus mayores alguna vez, que el bachillerato que nosotros
hemos recibido de jóvenes, es de peor calidad que el que ellos
recibieron en su juventud? Y lo más importante, ¿Cómo se nos ha
quedado el cuerpo al comprobar que en la mayoría de las ocasiones esa
afirmación era cierta? Y ahora llegamos a nosotros, a nuestros hijos, o a
los alumnos a los que debemos impartir los conocimientos hoy en día, y
comprobamos como la piedra de la incultura sigue rodando ladera abajo
sin obstáculo que la pare.
No me voy a meter en el manido asunto de la recién aprobada “Ley Wert” y
demás disquisiciones, sino que quiero llegar un poco más allá.
Antaño (no mucho, no nos vayamos a equivocar) los docentes eran
profesores que en su mayoría era “multidisciplinares”. Es decir, aunque
poseían un título específico en una materia, (Filosofía, Literatura,
Latín o Griego, Historia, Física, Matemáticas, etc.,) en cuestiones
básicas, sus conocimientos generales les permitían solventar dudas o
preguntas de chavales de cualquier curso aunque no fuesen de su
disciplina. Es cierto que no se le puede pedir a un profesor de latín y
griego que resuelva una ecuación diferencial o una integrada y tampoco a
la inversa, que uno de matemáticas haga una traducción perfecta de “La
Guerra de las Galias”, pero si uno le presentaba un problema de
matemáticas básicas a uno de letras, éste al menos sabía plantearlo de
tal forma que era capaz de resolverlo. Por su parte, el de matemáticas,
era capaz de retener en su memoria un gran vocabulario de palabras en
latín aprendidas en su adolescencia, y gracias a ello conseguir una
aceptable traducción, casi de memoria, me atrevería a decir.
Ahora hablaré de lo que me ocurre en la actualidad. Yo no soy docente,
pero tengo muchos conocidos que si lo son. Es más, conozco a varios de
ellos que son profesores universitarios, lo cual es un honor. Pero el
problema está a la hora de charlar con algunos de ellos sobre materias
que no sean su exclusivamente de su “trabajo”. En una conversación
trivial, de esas que surgen a la hora de tomar una cerveza o un café, se
habla de todo un poco. Si dejamos aparte los consabidos asuntos de la
política y el fútbol, tenemos que la conversación puede versar sobre de
cualquier cosa.
En fin, que si hablo, por ejemplo, de
Historia, y enfrente tengo a profesores de esa materia, algunos llegan a
decirme que desde que aprobaron sus oposiciones no han cogido un libro
para actualizarse o reciclarse, y te sueltan argumentos sólidos como
el de que: “ya leí bastante mientras me estudiaba las oposiciones”, o
el comentario del profesor universitario, que hablando de su
disciplina, (Derecho o Química) lo vemos nulo en lengua, en historia
donde confunde un periodo con otro y es incapaz de buscar en un libro
ningún dato que no sea específico de su materia. Y su excusa es de
chiste, ya que te suelen decir: “Estoy tan liado con los exámenes de
los alumnos que no tengo tiempo de leer nada más que lo concerniente a
mi disciplina…” ¡Y se quedan tan panchos!
¿Es
justo que nuestros hijos tengan semejantes docentes? ¿Es justo que un
profesor, por el hecho de haber aprobado unas oposiciones no sea capaz
de reciclarse o de avanzar en sus conocimientos? ¿Es justo que la
Inspección de Educación haga la vista gorda en estos asuntos y sirva
más como aparato represor del partido de turno en vez de vigilar esas
fallas? ¿A esto hemos llegado con tanta Democracia, a tener analfabetos
funcionales en la docencia y la cátedra?
No me extraña que en los informes europeos España salga tan mal parada. Bastante poco se dice, pues es ridículo, que con tanto nacionalismo los profesores ya no sepan donde nace el Ebro y le digan a sus alumnos que ese río nace en “tierras extrañas” o no sepan explicar si Cataluña tuvo rey o no.
Esos son los profesionales que están impartiendo los conocimientos a día de hoy. ¿Lo va a resolver el PP o el PSOE? Me temo que no. ¿Van a permitir los partidos nacionalistas que la educación sea general y van a dejar de intervenir los manuales para sus propios fines? Me temo que tampoco. Y entonces me surge la pregunta. ¿Para qué narices va la gente a votar a esos partidos políticos?
No me extraña que en los informes europeos España salga tan mal parada. Bastante poco se dice, pues es ridículo, que con tanto nacionalismo los profesores ya no sepan donde nace el Ebro y le digan a sus alumnos que ese río nace en “tierras extrañas” o no sepan explicar si Cataluña tuvo rey o no.
Esos son los profesionales que están impartiendo los conocimientos a día de hoy. ¿Lo va a resolver el PP o el PSOE? Me temo que no. ¿Van a permitir los partidos nacionalistas que la educación sea general y van a dejar de intervenir los manuales para sus propios fines? Me temo que tampoco. Y entonces me surge la pregunta. ¿Para qué narices va la gente a votar a esos partidos políticos?
La culpa de todo esto no
es sólo del sistema educativo, sino que es un problema que viene de
largo. Es por ejemplo la suma de la dejadez del funcionario, que
acomodado en su puesto de trabajo olvida para qué se sacó las
oposiciones; es problema del político, que no para de meter las narices
en estos temas para así torcer y manipular a las generaciones futuras,
adoctrinándolas según sus miopes esquemas políticos. Es culpa de la
sociedad en general, que aborregada no hace nada porque la calidad de
la educación sea más exigente.
La mayoría de los padres, movidos por los hilos de la estupidez y de la ñoñería televisiva, apunta a sus hijos a clases extraescolares de todo tipo, en el ilusorio convencimiento de que así conseguirán que su retoño sea un “lumbreras en el futuro”, y mientras privan a los docentes de herramientas eficaces de control y de autoridad, ya que se entrometen en exceso en los asuntos escolares, olvidándose ellos mismos de dar ejemplo y de impartir educación a sus hijos, que eso es lo que se hace en los hogares, y no en las escuelas.
En fin, que este tema es como para aburrir a las ovejas, pues son problemas que ya se han expuesto en múltiples foros, en multitud de ocasiones, y se ha comprobado que votando a los políticos que se ha votado del PP y del PSO/IU, vemos que el problema persiste.
Es hora de votar otra cosa que no sea lo ya visto, y confiar en que con esa nueva generación de políticos, muchos de estos problemas sean tratados de forma correcta.
La mayoría de los padres, movidos por los hilos de la estupidez y de la ñoñería televisiva, apunta a sus hijos a clases extraescolares de todo tipo, en el ilusorio convencimiento de que así conseguirán que su retoño sea un “lumbreras en el futuro”, y mientras privan a los docentes de herramientas eficaces de control y de autoridad, ya que se entrometen en exceso en los asuntos escolares, olvidándose ellos mismos de dar ejemplo y de impartir educación a sus hijos, que eso es lo que se hace en los hogares, y no en las escuelas.
En fin, que este tema es como para aburrir a las ovejas, pues son problemas que ya se han expuesto en múltiples foros, en multitud de ocasiones, y se ha comprobado que votando a los políticos que se ha votado del PP y del PSO/IU, vemos que el problema persiste.
Es hora de votar otra cosa que no sea lo ya visto, y confiar en que con esa nueva generación de políticos, muchos de estos problemas sean tratados de forma correcta.
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