martes, 18 de febrero de 2014

LOS CUENTOS DEL SISTEMA



Tomás Pérez Vallejo

Érase que se eran, tres cerditos que vivían en el bosque. Todos ellos eran de alegre ánimo, pero su felicidad se veía frustrada por la existencia de un lobo feroz que atemorizaba a los pacíficos animalillos. 


Por esta causa tomaron la decisión de protegerse construyendo cada cerdito una casa. El primero de ellos la hizo de paja, el segundo de madera y el tercero de ellos, más prudente, de ladrillo. A todos nos han contado este cuento con su consabida moraleja final sobre la importancia del esfuerzo y la previsión. Durante esta crisis nos han estado contando una y otra vez el cuento del esfuerzo. ¡Que se hunde el Euro!, ¡qué se hunde la banca!, ¡qué vienen los hombres de negro!, ¡que sube la prima de riesgo!, ¡que no nos quieren los mercados!, y a cada voz apocalíptica nos tocaba a los ciudadanos esforzarnos un poco más. Este esfuerzo ha sido fiscal, laboral y en derechos.

Pero todo este esfuerzo, ¿qué fin ha tenido? El Gobierno no para de pavonearse diciendo que ya ha pasado lo peor, que las grandes cifras están saliendo para adelante y que los capitales extranjeros se dan tortas por invertir en España, más que en España diría que en su deuda pública. En fin, así nos lo cuentan. 

Supongamos que a partir de ahora todo va sobre ruedas, se vuelve a cifras de paro asumibles, comienza a fluir el crédito, etcétera. Bajo ese supuesto, hemos de preguntarnos si aquellos derechos que hemos dejado en el camino, aquel “esfuerzo fiscal” que se nos ha aplicado, si el corsé que nos han impuesto estirando como Mami en “lo que el viento se llevó” hasta salirnos las bolillas de ojos por la presión, ¿volverá a aflojarse?, y, ¿volveremos a la situación previa a la crisis?, o como dijo el poeta, esos no volverán. 

De lo que sí estoy seguro es que seguirán viniendo crisis periódicas, de hecho muchos economistas piensan que actualmente estamos alimentando burbujas que explotarán sin habernos recuperado de esta, pero los dirigentes siguen erre que erre subyugados al capital, solucionando con el dinero de nuestro trabajo transfigurado en impuestos los agujeros de los entes financieros, mimando a los mercados y jodiendo al común. ¿Alguien recuerda ya aquellas palabras (verba volant) de Sarkozy sobre la refundación del capitalismo cimentado en bases éticas y partiendo de cero? O era una broma macabra, o alguien le tiró de las orejas. ¿Quién pudo ser el corrector? Los jefes de los políticos, los que acto seguido a la entronización, le hacen la llamada de turno, los mismos que llamaron a Zapatero cuando hizo el viraje. 

La pleitesía de la política al capitalismo podemos simbolizarla en la vieja tradición que los reyes de Inglaterra que, desde el siglo XI, han de cumplir cuando visitan la City de Londres, pidiendo permiso a su Lord mayor para entrar en aquel territorio, en el centro económico mundial. Dios, en forma de zarza flameante, tan solo le pidió a Moisés que descalzara sus pies cuando pisó suelo sagrado, pero los Jefes son más estrictos cuando pisas su terreno, e indudablemente menos magnánimos con la creación.

Vendrán crisis y nuestra casa seguirá hecha de madera o paja si seguimos en manos de los peones del lobo. Quizá algún día, si despertamos de los ensueños que nos venden los ilusionistas, veamos el truco, su as en la manga, y juntos como comunidad que se preocupa de las personas que le rodean, construyamos una sólida Nación que soporte los temporales que puedan venir.

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